
De la misma manera como lo explica Alejandro Barrantes en su artículo de La Nación (10/9/07), en la mañana del 6 de setiembre asistí a una manifestación pacífica organizada por estudiantes de diversas carreras de la UNA denominado "UNA SÍ" pues me sentí totalmente identificada con el mensaje que se reflejaba en la invitación: "Un pensamiento diferente, una oportunidad para TODOS". Cómo no identificarme si vivimos en un país donde todos tenemos la oportunidad de expresarnos y más aún en una casa de enseñanza donde bien lo plantea el Estatuto Orgánico de la Universidad en su artículo 1, inciso d, el cual asegura "… el respeto a las distintas posiciones teóricas, metodológicas, ideológicas, religiosas y filosóficas de los miembros de la comunidad universitaria.".
Inicio de la "aventura". Al hacerme presente en la Explanada de Ciencias Sociales, observé a administrativos, académicos y estudiantes retirando el material a favor del Tratado de Libre Comercio (postales, pancartas, boletines informativos, etc.). Me sorprendió mucho ver la intolerancia de esas personas, pues no soportaron la presencia de material que iba en contra de su ideología. Los ánimos se caldearon y la violencia verbal tuvo lugar por parte de los miembros del NO. Un alto funcionario administrativo dio una orden verbal a los guardas para no dejar entrar a ninguna persona con camisetas alusivas al SÍ TLC o con material de la misma tendencia, por lo cual nos trasladamos a la Explanada de Ciencias Sociales hacia la Explanada del 11 de abril.
Defensa de posiciones. No me caracterizo por gritar en este tipo de eventos, pero sí por defender lo que pienso. Y en esa explanada le afirmé a más de un estudiante y académico que yo me encontraba a favor del TLC, de modo que ejercí responsablemente mi derecho a la libre expresión, consagrado en nuestra Constitución Política. No obstante, al ver que los opositores al TLC se encontraban alterados por la manifestación de mis compañeros, decidí retirarme hacia mi casa. Cuando me dirigía hacia el parqueo de la Biblioteca Central, un estudiante que portaba una camiseta con distintivos del NO al TLC me preguntó a mis espaldas que si efectivamente yo estaba a favor del TLC. Cuando volteé para responderle afirmativa y orgullosamente el joven me golpeó en el rostro.
Desilusión y temor. El golpe fue tal que además de lesionar mi rostro (confirmado médicamente por el Centro de Salud de la UNA) perjudicó mi sentimiento de seguridad. No obstante y a sabiendas que mi puesto dentro de la Federación de Estudiantes de la UNA me hace vulnerable e identificable, decido hacer público este hecho. Lo que más me duele no es el golpe, sino que en esta casa de enseñanza no sea posible transmitir opiniones diferentes y que el respeto a la diversidad no sea más que una utopía. Pero como estudiante de educación de preescolar comprendí que mi obligación es trasmitir valores a niños en formación, por lo cual, debo inculcar la fortaleza y la tolerancia. Por eso quiero informarle a la población que las universidades públicas dejaron de ser universidades y se convirtieron en sectas de adoctrinamiento donde ya no se piensa sino que se golpea. Siendo así, me preocupa pensar qué pasará de ahora en adelante. Temo pensar que las manifestaciones de violencia por parte de personas irracionales se incrementen. Y eso es lo más triste de todo, máxime si se trata de un país democrático y pacífico como el que se supone que es Costa Rica.
Cristina Bartels, estudiante de Educación preescolar
No hay comentarios:
Publicar un comentario