jueves, 6 de septiembre de 2007

UNA mañana triste para la racionalidad


El día de hoy me presenté a una actividad en la Universidad Nacional convocada por el grupo de Universitarios por el SÍ en esa casa de estudios. Desde el inicio, la intolerancia e irracionalidad de los del NO buscó entorpecer una manifestación pequeña. Primero fue un par de estudiantes (una señorita que es meritoria de cualquier calificativo excepto ese) que arrancaron los carteles pegados y hasta escupieron a uno de los del SÍ. Nosotros grabamos el acto vandálico y se lo facilitamos a la prensa.

Con ánimos de evitar problemas, decidimos apostarnos en la explanada de la UNA con una manta del SÍ y con panfletos informativos para repartirlos entre la gente que pasaba por el lugar. Inmediatamente, los reaccionarios del NO llegaron en manada con sus pancartas y una folclórica máscara de Oscar Arias. Nosotros llevábamos cimarrona y el espíritu pacífico para hacer de esto una expresión de criterio pero ellos comenzaron a provocar hasta el punto de poner su manta frente a la nuestra, gritarnos vendidos, "how much" y advenedizos.

Fieles a las normas, los del SÍ acatamos las disposiciones de los guardas de seguridad: permanecer en la acera y no repartir panfletos dentro de las instalaciones, a pesar de que los guardas no quisieron mostrar el reglamento o documento donde así se establecía, luego de que yo les pregunté de qué norma se derivaba su acto. Digo, como el principio de legalidad se supone también cubre a las universidades. ¿O será que es dicho principio es, para las autoridades universitarias, una prueba más de la intención violatoria de la autonomía de la Administración para con las universidades?

Pero lo más sorprendente fueron las palabras: el Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la UNA (SITUN), Gerardo Cháves (curioso apellido) me gritó, frente a la prensa escrita (La Extra) y la radiofónica (Radio América): "¡ustedes vienen a mi casa a insultar y provocar! ¡Fuera de mi casa advenedizo, esta es mi casa y aquí yo digo que estamos con el NO!. Viva, este señor demostró su nivel intelectual y racional con la máxima "es así porque yo lo digo". ¿Se habrá dado cuenta de que estaba en una universidad pública (si, a pesar de que no me gustan para nada los impuestos no me queda más que pagarlos y de ellos se le giran recursos a las universidades públicas)? Pero peor aún, se habrá dado cuenta que lo que decía no debería tener cabida en una institución que, se supone, es una academia y como tal, debe privilegiar los debates, las ideas y los argumentos, no los escupitajos e insultos propios de un estadio.

Mientras insistía a los guardas aplicaran con justicia e imparcialidad la supuesta disposición prohibitiva de repartir propaganda, un supuesto profesor, llamado por unos Edwin Cedeño pero por otros Raúl Rivera, se avalanzó sobre mí (por dicha intervino el guarda, pues sino este servidor estaría no escribiendo, sino dictando su nota en algún hospital), increpando "¿por qué llegás a imponer la ley del Senado gringo?". El mismo señor pasó toda la mañana rondando, cual buitre, la zona donde los del SÏ nos apostamos y cada vez que pasaba, además de bufar y bramar, lanzaba insultos.

En otro momento, discutí con una empleada administrativa de la UNA que me exigía mi cédula, carnet universitario y nombre (sólo le faltó constancia de nacimiento y número de cuenta bancaria)a lo cual respondí negativa pero amablemente. Eso parece haber irritado a la señora pero no supo que decir cuando le pregunté con qué autorización y amparada en cuál norma me exigia lo que exigía. A pesar de su ignorancia, me sorprendió lo que dijo: "dígame su nombre, nosotros tenemos todo un sistema donde lo vamos a identificar". Me pregunto: ¿estaba yo en una universidad o en una sucursal de la Gestapo? Lo digo porque me asustó la amenaza estalinista que esbozó la susodicha.

Y para terminar, los amables y educados opositores al tratado agredieron a una de las dirigentes universitarias del SÍ. De manera muy valiente, dos hombres (machos de los machos) la golpearon cuando no había nadie cerca para defenderla. En ese momento comprendí que, a pesar de que en todo lado la palabra UNIVERSIDAD estaba escrita, en ningún lado se reflejaba la acepción propia del término: universalidad de ideas, de culturas, de personas, de criterios y argumentos. Y esa historia se repite también en la casa de enseñanza por excelencia de nuestro país: la UCR donde parece que es preferible premiar el insulto y el ataque en vez de la idea. Hace rato dejaron de abundar las personas razonables en las universidades costarricenses, para dar paso a los fanáticos que, como tales, actúan exclusivamente con la pasión. Por eso su lema es mi corazón dice NO y punto, mientras las neuronas están ocupadas en memorizar las alabanzas a Fidel y a Hugo Cháves (Cháves como el Secretario General del SITUN). Pero al fin y al cabo relucieron dos cosas hermosas del comercio: vendedores haciendo su agosto con los refrescos (el sol calentó en exceso las cabezas de algunos) y la acción de los mismos revolucionarios criollos que importan cánticos y consignas y exportan apoyos y sentimientos. Y todo eso gracias a que el comercio de ideas es libre.

Alejandro Barrantes Requeno
Estudiante de Ciencias Políticas

No hay comentarios: